SOBRE SECRETOS, TRANSPARENCIAS Y FILTRACIONES
La tercera oleada de filtraciones lanzada por Wikileaks ha generado un entusiasmo colectivo por el rostro público de la marca, Julian Assange, rayano en una suerte idolatría sin fronteras en el mundo occidental. El personaje sigue alimentándola con sus golpes de efecto; sus adversarios, con sus ofensivas contínuas para destruir al ídolo y su marca.
Mi posición personal ante las demandas de transparencias y/o secretos ya está marcada, con algunos estudios de casos, en mi último libro, cuya autoría comparto con Mar de Fontcuberta “Periódicos: sistemas complejos, narradores en interacción”, La Crujía ediciones, Buenos Aires, 2006. Coincide con la afirmada cuatro años más tarde por Richard Stengel, Managing Editor del semanario Time, que entrevistó a Assange para el número publicado el l3 de diciembre de 2010. En su sección “To Our Readers” afirma Stengel en el párrafo inicial:
“For Julian Assange, when it comes to government and diplomacy, there are no good secrets. To him, all transactions between nations and leaders should be transparent. In my conversation with him on Nov. 30 via Skype I asked him whether he thought all secrets were harmful and unnecessary. He replied that he believed in the necessity of keeping his own sources secret and took great pains to do so. Now, there is some hypocrisy in defending secrecy in order to attack it, but there is more naiveté [sic] and even danger in suggesting that the world is a safer place without any secrets at all.”
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