Un efecto previsible de la aplastante derrota del PSC es resituarlo cuanto antes en sus relaciones con el PSOE.
Quienes asistieron al acto final de la campaña se encontraron con un fenómeno inexplicable:
la última palabra no la tuvo el candidato Montilla sino el Presidente del PSOE y del gobierno español. No sólo el candidato y líder del PSC era el devaluado: también lo era el propio PSC. Montilla se castigaba a sí mismo, no sé a iniciativa de quién.
Castells ha sido el primero en lanzar las críticas, perfilando una renovación del partido en clave catalanista que implica la autonomía respecto del PSOE. Lucidez y coraje se combinan en este economista que bien podría ser el líder de la reornovación. También podría ser un interlocutor privilegiado del nuevo President. ¿Cuándo será el diálogo entre los dos?
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