En Venezuela, las elecciones legislativas del domingo 26 de setiembre culminaron con un inesperado, largo silencio del hiperlocuaz Hugo Chávez. Cuando por fin habló, 24 horas después, no pudo ocultar que con una alta participación del electorado, 66,45% del censo electoral, su partido había sumado menos votos que la por él tan despreciada coalición opositora. En el 2005, los partidos opositores no se habían presentado, facilitándole sus desbordes y groserías. Ahora, reunidos, activos, lo superan en votos. Pero no en escaños! Porque el régimen ya se había encargado de distribuirlos desigualmente para mantener contra viento y marea su abrumador poder: la Mesa de la Unidad Democrática tendrá que conformarse con 65 escaños mientras que el Partido Socialista Unido de Venezuela suma 95.
De todos modos, al carecer de los dos tercios -110 votos- los chavistas no podrán nombrar a los cinco rectores del Poder Electoral, ni a los miembros del Tribunal de Cuentas, ni al Defensor del Pueblo. No podrán aprobar leyes orgánicas ni promover reformas constitucionales. Ni –todavía más grave- promulgar nuevas leyes habilitantes para darle a Chávez poderes legislativos por un tiempo determinado.
Pero estos cambios alarmantes para Chávez y sus secuaces recién producirán estos y otros efectos en enero 2011. Mientras tanto, todo hace prever que los bolivarianos seguirán haciendo lo que quieran, como si nada hubiera ocurrido. Pero esta nueva arremetida bien puede tener un efecto no deseado por ellos: cohesionar y reforzar por fin a la Mesa de la Unidad Democrática, preparando sus nuevos avances para el año que viene.
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En Ecuador, el jueves 30 de setiembre, el Presidente Rafael Correa tiene que lidiar con una crisis mayor. Una revuelta policial contra la pérdida de algunos beneficios salariales se extiende velozmente por todo el país. No se sabe cuántos con cuántos apoyos militares y civiles puede ccontar. Apeas dos días antes, hubo una gran protesta por la reforma universitaria. Los obreros acumulan demandas insatisfecchas, Los indígenas, actores decisivos en todo el país, también; ya están en contra de dos leyes promulgadas recientemente, la minera y la del agua, que otorgan el monopolio de los recursos al Estaddo. Correa intenta negociar directamente con policías atrincherados en el cuartel principal.l principal. Herido en una rodilla, lanza un patético mensaje: “Si quieren matar al Presidente, aquí está: mátenlo!”.
Internado en el Hospital de la policía, Correa pasa once horas retenido por los policías rebeldes hasta ser liberado a tiros por las fuerzas armadas, que por ahora lo apoyan. Promete entonces depurar a la policía, asegurando que no habrá perdón. Renuncia el Jefe de Policía por no impedir la revuelta. El Ministro de Exteriores también busca mediar, también fue agredido y tuvo que ser internado. La Policía ocupa el Parlamento y el Aeropuerto de Quito, pero el Alto Mando del Ejército apoya al Presidente, exigiendo la rendición de la policía.
El Gobierno decreta el estado de excepción. Recibe apoyos inmediatos de la OEA, de gobiernos de EEUU, de Latinoamérica, España, la Unión Europea. Pero el Ejército ¿seguirá apoyándolo? Y los nuevos cuadros policiales ¿dónde los reclutará?
Hecho a sí mismo en una familia de la clase media, cristiano hiperactivo, Correa estudió Economía en una universidad privada en Guayaquil. y más tarde en las universidades de Lovaina e Illinois. El Presidente Alfredo Palacios lo tuvo como Ministro de Economía. Ganó las presidenciales de noviembre 2006 a un magnate de la industria bananera. Y en 2007 asumió la presidencia. Tras disolver el Parlamento, ganó un Referendum convocado por él mismo para crear “el nuevo Ecuador”, promulgando una nueva Constitución.
El pensamiento político de Corea difiere radicalmente del de Chávez, no sólo por su formación universitaria sino también por algunas de sus proposiciones básicas. En Caracas, advirtió hace poco que
“el mayor peligro para los socialistas del siglo XXI no son los escuálidos, pitiyanquis o pelucones, porque ellos están derrotados y la gente los identifica como los enemigos de la patria, sino aquellos que toman nuestras propias banderas y con fundamentalismos e infantilismos absurdos le hacen un gran daño a los cambios que necesita nuestra región.”
Ante la oposición de los indígenas a la entrega de sus territorios a las compañías mineras, Correa la calificó como apología del “primitivismo”.
Entrevistado por la agencia Reuter, Correa afirmó:
“Nosotros creemos, y esto es una diferencia con los ejemplos más extremos del socialismo tradicional, que es ineludible reconocer al mercado como una realidad económica (…). La izquierda del todo o nada, que termina con nada, se queda en el status quo. El ecologismo que le dice no al petróleo, a las minas, a no utilizar los recursos no renovables, eso es como un mendigo sentado en un saco de oro.”
Me cuesta imaginar un diálogo entre este universitario ilustrado y el milico populista que preside Venezuela.
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