La barbarie taurina no despareció del todo de Cataluña en julio, con la bienvenida prohibición por ley de las corridas. Siguió y seguirá manifestándose con los correbous, pese a la frecuente muerte de participantes y espectadores.
Dos meses después de aquella prohibición y en último pleno de la legislatura, el Parlament decidió blindar los correbous por 114 votos: 48 CiU, 20 ERC, 14 PP y 32 PSC.
ERC alegó que los correbous son "un acontecimiento extraordinario, propio de las raíces más profundas de Catalunya". Una manera de profesar, una vez más, la superstición tradicionalista, todavía tan arraigada en ese partido, esta nación y otras tierras del Reino borbónico.
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