sábado, 16 de octubre de 2010

"VIVA CHILE, MIERDA!"


El Presidente Piñera lanzó el grito patriótico del pueblo al culminar la hazaña de los 32 chilenos y 1 boliviano que habían vivido setenta días en la mina a 700 metros bajo cero. Que fueran treinta y tres los rescatados le sirvió para evocar los treinta y tres años de Jesucristo y anunciar su Parusía a este grupo donde ecuménicamente había católicos romanos y cristianos de la Reforma. ”País, mundo entero: lo logramos, cumplimos con ustedes!” clamó el Ministro de Minería Laurence Golborne. El Papa pone en su apartamento la bandera chilena firmada por los 33 mineros.

La celebración de todos alojó las promesas del conservador Presidente de cambiar la legislación laboral, sancionar a la empresa minera responsable del drama y recibir a los treinta y tres en La Moneda. Los treinta y tres pueden darle crédito, tras su encuentro personal con cada uno de ellos, su abrazo apenas llegaba cada uno a la superficie, sus largas horas compartidas durante toda la operación rescate con una sonrisa de esperanza coronada con el rescate de todos, cerrando él mismo del pozo. Ya había anticipado su protagonismo absoluto al lanzarse a EEUU para buscar el apoyo de Schwarzenegger y al diferir su gira por Europa para ocuparse a fondo del rescate de los mineros. Salvando a todos, consumó su “momento estelar” y ganó una estatura política formidable que le permitirá hacer lo que quiera, incluso cambiar su gabinete. Admirable y admirado Piñera durante todos estos días. Tan admirable como los mineros que súbitamente fueron capaces de formar un grupo organizado, vigoroso, que no obstante sus conflictos supo asegurar la convivencia y la paciencia durante esos setenta días vividos a setecientos metros bajo tierra.

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