CiU evita la tragedia griega en España
Mas se negó a ponerse al teléfono con el presidente: "Aquí se termina el crédito"
A José Luis Rodríguez Zapatero le salvó ayer la campana . Si el grupo parlamentario catalán de Convergència i Unió no se hubiera abstenido, el Congreso habría tumbado el plan de ajuste del Gobierno, dificilmente Zapatero continuaría hoy al frente del Ejecutivo y, sin lugar a dudas, la economía española habría sufrido una nueva sacudida que conduciría inexorablemente a una tragica intervención al modo griego. Como siempre CiU justificó su decisión con el argumento de evitar males mayores, aunque en esta ocasión los nacionalistas catalanes no ocultaron que lo hacían con dolor, con mucho dolor, porque vuelven a salvar a un presidente del Gobierno al que consideran, en buena parte, responsable de todas las desgracias y muy especialmente de las desgracias de CiU.
Así pues, el Gobierno logró convalidar por un solo voto el decreto que contiene el mayor recorte social de la historia: reducción del salario a los funcionarios, congelación de las pensiones, y rebaja drástica de las ayudas a la dependencia y a la natalidad, y un hachazo a la inversión en obras públicas. En una España políticamente insólita votaron a favor los 169 diputados del principal partido de la izquierda y votaron contra la reducción del déficit público los diputados del prinicipal partido de la derecha.
El equipo de la Moncloa tuvo que movilizarse en los días previos para mendigar las abstenciones, sobre todo cuando el Partido Nacionalista Vasco optó por elevar el precio de su apoyo a los presupuestos, que es el siguiente obstáculo que tendrá que superar Zapatero para sobrevivir. Intervinieron incluso empresarios del Ibex 35 y hasta se arremangó la cancillera alemana. Angel Merkel llamó a Rajoy para pedirle que no votara contra el ajuste en el que Europa se jugaba tanto. El líder del PP agradeció la reflexión pero concluyó que había que acabar con el socialismo en España. Es quizá la decisión más temeraria de los conservadores a ojos del mundo. En otro escenario, el presidente de Andalucía, el socialista José Antonio Griñán, resumió la situación política española: "Que Zapatero sea malo. no les hacer a ustedes buenos".
Así las cosas, todas las esperanzas se depositaron en Duran Lleida, convertido en único interlocutor válido para el mundo económico y para el Gobierno. Zapatero y la vicepresidenta de la Vega han hablado esta semana varias veces con el portavoz nacionalista, pero como este no les aseguraba la abstención al 100% le pidieron poder hablar con Artur Mas, Significativamente, el líder de CiU se negó a ponerse al teléfono. A través de un intermediario Mas le hizo llegar a Zapatero el siguiente mensaje: "Hace dos años que no hablamos y ahora ya no tiene ningún sentido hacerlo porque el crédito se termina aquí. El recorte es fruto de los errores del Gobierno y CiU sólo actúa por responsabilidad para evitar la quiebra : Lo que tiene que hacer el presidente es dimitir y convocar elecciones".
Eran idénticos términos a los que pronunció Duran Lleida desde la tribuna del Congreso. El argumento fundamental se basa en que la intervención exterior en Grecia ha obligado no a congelar sino a reducir las pensiones casi un 20% y a reducir los salarios del sector público el 16%. Esa sería la tragedia que pretendía evitar CiU, aunque los nacionalistas tienen previsto rectificar la congelación de las pensiones y obligar a través del Pacto de Toledo a sustituir el ahorro en pensiones por otra partida. La intervención de Duran fue aplaudida incluso por una delegación austríaca que tuvo que ser llamada al orden porque los invitados tienen prohibido aplaudir.A posteriori todo fueron felicitaciones, incluso de las cancillerías europeas, pero no había alegría en las filas nacionalistas porque mientras siguen actuando políticamente "por resopnsabilidad", ven cómo los socialistas siguen acosándoles en Catalunya ahora con la comisión de investigación sobre el caso Millet, o como el Tribunal Constitucional sigue en sus trece de dictar sentencia contra el Estatut.
El Gobierno y especialmente su presidente respiraron aliviados pero la sensación de debilidad política del Ejecutivo no hizo más que acentuarse. Zapatero tuvo que suspender su viaje a Brasil donde debía participar en una reunión de la Alianza de Civilizaciones, su gran apuesta en política internacional, que queda ahora relegada ante las urgencias domésticas. Las expectativas se centran ahora en la posibilidad de que el Ejecutivo no tenga más remedio que imponer por decreto la reforma laboral que le exigen todos las autoridades financieras, habida cuenta que patronales y sindicatos no se ponen de acuerdo. Los sindicatos ya han anunciado la huelga general.