Amarga victoria
En muy pocas ocasiones un presidente de Gobierno ha tenido que sacar adelante la votación más trascendente de la legislatura en las condiciones políticas que ayer se vio forzado a aceptar Rodríguez Zapatero. Ningún grupo político apoyó la convalidación de su decreto ley de recortes sociales a funcionarios y pensionistas y los 169 diputados del PSOE ganaron la votación frente a los 168 de la oposición que votaron en contra y la medida abstención de la decena de Convergència i Unió.
Las empresas del Ibex respiraron tranquilas poco después de mediodía, la bolsa logró la tercera subida del año al conocerse la abstención de los nacionalistas catalanes y las autoridades europeas se felicitaron de que el Congreso hubiera dado luz verde al paquete de medidas. La política no funciona a base de gestos altruistas y sin duda CiU pensó en un escenario no deseado de elecciones generales y catalanas coincidiendo en otoño.Pero en el otro lado de la balanza también estuvieron las dificultades para explicar a los suyos que habían dado oxígeno a Zapatero en un momento en que su imagen pública está muy deteriorada y el PSC ha facilitado la creación de una comisión para investigar en sede parlamentaria si CDC ha recibido dinero irregular en el caso del Palau de la Música. Siendo estas dos cosas importantes, CiU ha optado por reforzar su imagen de partido central y renovado a punto para volver a gobernar. Y mientras el nacionalismo catalán rescataba a España de la llegada del vendaval griego,
Duran proclamaba desde la tribuna dirigiéndose a Zapatero: "El problema es usted y su gobierno", y le conminaba a llevar a la Cámara "una propuesta de reforma laboral, la reforma del sistema financiero y convocar elecciones en primavera". Para acabar sentenciando: "Su etapa está finiquitada". Fue, para Zapatero, una amarga victoria.
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