Los cuatro goles de Messi al Arsenal provocaron una explosión de titulares en periódicos de gran circulación transnacional. Presenté varias muestras copiándolos a lo largo de varias entradas de ayer. La retórica se repite, los atributos para el ditirambo cambian, pero todos los periódicos coinciden en personalizar la victoria de un equipo de once hombres como si fuera de uno solo, Messi, frente a otro "normal"de once.
Para espolear el delirio, se afirma en los titulares que Messi es el mejor jugador del mundo o, por lo menos, se le pone a la altura de uno o dos más, famosos en la historia del fútbol. Lo cual sólo podría afirmar con suficiente verosimilitud un espectador inexistente, es decir, aquel que esté viendo todos los partidos se jueguen donde se jueguen cada semana y que haya visto toda la serie de partidos disputados desde que se inventó este deporte que nos apasiona a millones.
Messi ya ha tenido ocasión unas cuantas veces de rectificar este error garrafal señalando lo que él le debe a quienes le prestan asistencias y a todos los jugadores. Lo grande del Barça de Guardiola no se limita a Messi ni a once titulares uno por uno sino a un grupo, una comunidad de titulares y suplentes que el técnico ha sabido formar y sabe impulsar hasta ahora como un actor colectivo que se afirma y reafirma en cada conflicto frente al otro actor colectivo que le disputa la victoria. Conflictos bilaterales en dos tiempos que suman noventa minutos en un escenario donde periodistas y espectadores están en el entorno y, en no pocos casos, también pretenden compartir el protagonismo pero que no dirimen ni resuelven el conflicto deportivo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario