Die Zeit anunciaba semanas atrás en su suplemento que, este verano, las transparencias marcarán la moda femenina. No hubo que esperar tanto para celebrar una muestra anticipada: una espléndida turista nórdica, caminando por las inmediaciones de Plaza Cataluña con las piernas ya desnudas y calzado de playa, dejaba ver tras su minifalda sus dos glúteos enteros, vibrantes, como dos alas a punto de despegar a uno y otro lado de la línea profunda que los une y los separa, marcando una vibrante simetría.
El semanario alemán se limitaba a explicar el cambio, sin más, por la influencia de Facebook. Supongo porque la veía propicia a desnudos autobiográficos en las imágenes y los textos abiertos a la contemplación de todos los "amigos", tan fugaz e inesperada en la red social como la transparencia de la turista.
Tan asombrosa como esta aparición me pareció la tranquila indiferencia de los otros caminantes frente a ella. Aunque todavía no estén acostumbrados a la moda, diríase que los transeuntes barceloninos mantienen su ensimismamiento de hiperconectados al móvil, ajenos a todas las proximidades.
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