El sábado 7 de agosto por la mañana, Fidel reaparecía oficialmente en el Parlamento con un discurso insólitamente breve: 12 minutos. El imperio norteamericano, al enfrentarse a Irán y Corea del Norte, está a punto de comenzar una guerra nuclear global, repitió: ya lo había dicho días antes informalmente. Mientras tanto, el imperio le lanza señales ambiguas. El Departamento de Estado mantiene a Cuba en la lista de naciones que apoyan al terrorismo (donde no figura Corea del Norte). Pero el Congreso atenuaría el embargo, eliminando la prohibición de viajes norteamericanos a la isla y suavizando restricciones a ventas agrícolas.
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