FILTRÁNDOSE ENTRE LOS GRANDES TITULARES
El 26 de julio, WikiLeaks dirigió una oferta de 90.000 informes militares de los EEUU sobre seis años de la guerra de Afganistán a tres publicaciones de gran prestigio internacional: The New York Times, The Guardian y Der Spiegel. Pretendía demostrar así por qué los talibanes ahora son más fuertes que nunca desde 2001. Y probar, al mismo tiempo, que Pakistán está apoyando a los talibanes. Las filtraciones sobre la guerra de Afganistán plantean “una amenaza real y potencial”, advirtió al Guardian Richard Kemp, alto funcionario de la Casa Blanca.
Fundada en el 2006, WikiLeaks es la creación de un personaje que vive en Australia, Julian Assange, que la concibe como una “media insurgency”. Assange ya puede vanagloriarse por la reacción que provocó en el Pentágono y la Casa Blanca. Es lo que busca empecinadamente este antiguo hacker. Publicar documentos e imágenes que los gobiernos y otras instituciones consideran estrictamente confidenciales. Pero quizás el mismo Assange sea sensible a las críticas que le dirigieron varias ONG de las que, supongo, esperaría otra reacción. Por ejemplo, Amnesty International y Reporteros sin fronteras: también le consideran un irresponsable.
A mediados de agosto, cuando ya bastaba con nombrarlo para que muchos cibernautas lo identificaran, Julian Assange anunciaba que WikiLeaks haría públicos alrededor de 15.000 documentos militares confidenciales sobre la guerra de Afganistán. Una videoconferencia retransmitía desde Londres sus declaraciones. Assange subrayaba que se estaba preparando para difundir esos documentos a pesar de que el Pentágono le había pedido que entregara los miles ya publicados y que no difundiera ninguno más. Ya hay 7000 documentos, dijo, sin revelar cuándo los haría públicos.
Entre los 76.000 documentos ya publicados, algunos revelan los nombres de afganos que colaboraban con las fuerzas de la coalición. Con lo cual los entregaba a las represalias de los talibanes. Para analizar estos miles de documentos y suprimir los nombres de los contactos afganos, Assange dijo haber pedido la ayuda de las ONG y, también, de la Casa Blanca y el Pentágono. Pero, “a pesar de sus reiteradas demandas”, se queja, ninguna lo ayudó. El Ejército de EEUU desmiente esta afirmación.
Al comienzo, WikiLeaks dijo haber contactado con el Pentágono por medio del New York Times. Ahora, lanza llamados a sus partidarios para que le hagan llegar sus donaciones. Necesita 700.000 euros para financiar un análisis riguroso de los documentos. ¿Para asegurarse de su autenticidad o para evitar efectos negativos por su publicación? Pero filtrar información secreta no significa necesariamente que ella sea una información verdadera. Hay filtraciones reales de verdades ocultas por la necesidad del secreto político, militar, empresarial, pero también hay filtraciones simuladas, suministradas por ciertos actores bajo la condición de no ser identificados ellos mismos, para que proporcinando datos falsos funcionen a modo de globos sondas que les permitirían conocer las reacciones de determinados adversarios o las tendencias y preferencias de los lectores. No podemos saber, en definitiva, cómo interpretar en cada caso este despliegue de velos y anonimatos, es decir, de secretos reales o inventados. Como cualquier otro cazador de filtraciones, Assange podría confundir una falsa con la verdadera, o hacer pasar por verdadera a una que ya sabe falsa y seguramente ya hay más de un adversario suyo que le está tendiendo la trampa para probar que también él puede dar sus pasos en falso. Al fin y al cabo, golpear a este nuevo ídolo en ascenso puede lanzar a los titulares a cualquier nuevo personaje que supo romperle la cara.
Algunos magullones por otra vía cosechó Assange en el agosto tardío, en Suecia. El viernes por la noche, la Fiscalia emitió una orden de arresto contra él, imputándole violación y acoso sexual, pidiéndole que se entregara a las autoridades. Más tarde, el sábado, la orden fue retirada porque “no hay ninguna prueba que indique que haya cometido una violación”. No pudo saberse quién presentó la denuncia de violación ni si también se retiró la denuncia por acoso. “Sabíamos que iban a emplear trucos sucios y este es el primero”, explicó Wikileaks en Twitter. El miércoles 25, Assange “reveló” cinco folios de una unidad de análisis de la CIA titulados “¿Qué pasa si EEUU es visto como ‘exportador de terrorismo´?”
Pero el verano sueco le ha complicado la vida a Assante con acusaciones de violación, ya levantadas, y de acoso sexual, que persisten. Negándolas, desde luego, Assante explica que “ya nos habían advertido, por ejemplo, que el Pentágono planeabia usar trucos sucios en contra de nosotros.” Mientras tanto, el Partido Pirata (sic) acoge a WikiLeaks.
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