Si a los propios británcos Cameron anunció muy pronto un plan de austeridad que no le hará popular, fronteras afuera se está mostrando no menos rotundo. A fines de julio, en Turquía, anticipó una promesa muy discorde con los frenos que ponen Merkel y Sarko pero coincidente con RZ: “Seguiré siendo el más decidido abogado vuestro para una adhesión de Turquía a la UE”. Al mismo tiempo, Cameron arremetió contra Israel pidiendo el fin del bloqueo israelí a Gaza, ese “campo de prisión”. Un par de días después, en la India -donde buscaba fortalecer sus lazos comerciales con el Reino Unido-, Cameron, acusó a Pakistán de exportar el terror tanto a la India como a Afganistán, afirmando que “el mundo no puede tolerar” esa exportación. ¿Será igualmente rotundo con otros países “exportadores” del terror? ¿Mantendrá este lenguaje cuando acumule más experiencia en la conducción de su política exterior?
Pocos días después, el locuaz primer ministro se contradice a sí mismo recibiendo muy amistosamente en Londres al Presidente de Pakistán, no menos contradictorio que Cameron. En lugar de exportador del terrorismo, el pakistaní se fotografía junto al británico como interlocutor sonriente y aliado dialogante. Acababa de gozar una visita a París, con residencia en castillo incluído. Mientras Pakistán acumula más de 1500 muertos por lluvias monzónicas que han anegado regiones enteras, con miles de personas aisladas por las inundaciones. Y oficiales del Ejército ofrecen donar sus salarios de un día para aliviar la catástrofe, dándole una leccion al viajero Presidente.
Cameron puede acreditarse un triunfo con respecto a su advertencia a Israel: el gobierno israelí acepta que la ONU investigue el asalto a la flota que llevaba ayuda a Gaza: trabajarán reunidos en una comisión ad hoc representantes de la UNO, EEUU, Turquía... e Israel.
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