Al margen de las catástrofes naturales y las conmociones políticas y militares del verano 2010, la irrupción del Coronel Gadafi en Roma reavivó el grotesco de su primera visita al París de Sarko.
Sin duda, este payaso no ha borrado sus culpas en los atentados del 21 de diciembre 1988, con 25 pasajeros muertos del avión siniestrado y 11 muertos más en tierra, y del 19 de setiembre del año siguiente, con 170 muertos. Gadafi no reconoció su autoría ni en uno ni en otro "accidente" pero aceptó pagar las indemnizaciones a las víctimas.
Ahora, con 41 años en el poder, Gadafi se presenta tan burdo que hasta Berlusconi parece serio ante él.
Gadafi contrata 500 azafatas para hablarles de las virtudes de la religión islámica. A cada una de ellas le regala el Corán. Y les dice que Europa debe convertirse a la religión musulmana. Y les pide que se casen con hombres libios.
En el acto oficial más relevante de su visita, Gadafi se monta una exhibición ecuestre con 30 caballos y sus jinetes libios. Se refiere al colonialismo italiano en África. Afirma que los nazis alemanes fueron alumnos aventajados de los fascistas italianos. Y lanza su ultimatum a la Unión Europea:
- O nos dan 5000 millones al año o Europa será negra!
“Sin comentario”, fue la respuesta cortés de Bruselas. Berlusconi en cambio le regaló una frase histórica:
- Con el tratado de amistad entre Libia e Italia hemos cerrado una herida del pasado. Y todo el mundo debería alegrarse de esta visita. El que no lo haga, pertenece al pasado!
La cena de gala duró hasta las dos de la madrugada. Terminada, Gadafi se retiró a dormir, cuándo no, en su tienda beduina. Berlusconi siguió jubiloso una hora más y hasta cantó no sé qué en francés.
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