El PSC corta de cuajo el debate sobre el tripartito para proteger a Montilla
El presidente catalán no acepta la dimisión de Ernest Maragall, que se retracta
MIQUEL NOGUER - Barcelona - 16/02/2010
Apenas 24 horas ha podido sostener el consejero de Educación, Ernest Maragall, su órdago a José Montilla, a cuyo gobierno acusó de carecer de "proyecto de país". La ejecutiva del PSC vapuleó hasta tal punto, ayer, al consejero que éste no tuvo más remedio que retractarse de sus palabras y poner su cargo a disposición del presidente de la Generalitat.
Apenas 24 horas ha podido sostener el consejero de Educación, Ernest Maragall, su órdago a José Montilla, a cuyo gobierno acusó de carecer de "proyecto de país". La ejecutiva del Partit dels Socialistes de Catalunya vapuleó hasta tal punto, ayer, al consejero que éste no tuvo más remedio que retractarse de sus palabras y poner su cargo a disposición del presidente de la Generalitat. Montilla no aceptó la dimisión, pero su entorno espera haber dejado claro que el partido no tolerará nuevas salidas de tono a apenas nueve meses para las elecciones más delicadas para el PSC.
A Maragall no le quemaron en la plaza pública, pero casi. La ejecutiva de ayer fue de las más tensas que recuerdan en el PSC desde la marcha del ex presidente de la Generalitat y hermano del consejero díscolo, Pasqual Maragall. La inmensa mayoría de los asistentes recriminaron duramente al titular de Educación su reguero de críticas al tripartito y le recordaron que viajan juntos en el mismo barco. "Ha sido casi una carnicería", reconocía un miembro de la ejecutiva tras la reunión.
Montilla, más distanciado, se limitó a pedir a todos que se dediquen a explicar la buena labor que a su juicio ha hecho el tripartito y a "no distraerse". Maragall, visiblemente tocado según los asistentes, empleó un tono de disculpa para decir que en ningún momento había querido perjudicar al Gobierno. También se ofreció a "rectificar" sus declaraciones. La única voz que en cierta forma defendió a Maragall fue la de la consejera de Justicia, Montserrat Tura, aunque ésta también marcó distancias al recordar que los debates deben celebrarse en las reuniones privadas y no bajo los focos. Antoni Castells, que la semana pasada también defendió a Maragall, optó ayer por una posición distinta. El consejero de Economía se limitó a recomendar el cierre del debate.
Nadie pidió directamente la dimisión del titular de Educación, pero éste captó la indignación reinante en el partido y a primera hora de la tarde se presentó ante el despacho de Montilla para poner su cargo a disposición del presidente. Montilla y Maragall hablaron por espacio de una hora. A la salida, y en una suerte de confesión pública ante cámaras y fotógrafos, Maragall intentó rebobinar como pudo: "que quede bien claro que sí, que creo, que estoy convencido de que este Gobierno tiene un proyecto de país, que ha tirado adelante desde el primer momento".Nadie en el Partit dels Socialistes (PSC) duda de las buenas intenciones de Maragall, pero sus dirigentes entienden que el partido, al que todas las encuestas sitúan en segunda posición en el tablero electoral, no puede permitirse nada que suene a frivolidad. Y que un consejero diga que su Gobierno no tiene proyecto sobrepasa cualquier límite tolerable. Más aún si el consejero pretende mantenerse en su puesto como si nada. Por eso ahora queda por ver cómo encajan el partido y el Gobierno una rectificación tan forzada. Hoy mismo, Montilla y Maragall volverán a verse las caras, primero en la reunión semanal del Gobierno y después en la inauguración de un instituto en Cerdanyola del Vallès, acto en el que pretenden dejar patente que aquí no ha pasado nada.
Ahora el PSC intentará recuperar el ritmo con vistas a las elecciones. Por una parte, el partido necesita reforzar la imagen de "seriedad" de su líder para contraponerla a la de algunos de sus socios y de determinadas actuaciones de la oposición. Pero también necesita huir de la imagen de partido monolítico que le viene caracterizando en los últimos años. De ahí que Iceta buscara ayer un punto intermedio tras las disculpas de Maragall. "Se puede tener opinión y gobernar al mismo tiempo", dijo para negar que los debates estén prohibidos en el seno del PSC como la semana pasada pudo desprenderse de las afirmaciones de Maragall y Castells. La incógnita es también cuánto tardará en volver a aflorar el eterno debate sobre el grupo propio del PSC en el Congreso.
La oposición miró divertida ayer lo que calificó de "espectáculo". Convergència i Unió (CiU) y el Partido Popular (PP) volvieron a pedir el cese de Maragall y elecciones anticipadas, convencidos de que el tripartito se halla en fase de descomposición. Artur Mas también se burló de la rectificación de Maragall y reivindicó que su formación tiene proyecto de país y lo contrapuso a quienes "ahora tienen proyecto y después no".
Los socios del PSC en el tripartito también han seguido el debate interno de los socialistas con una mezcla de curiosidad y preocupación. Acostumbrados a ser ellos el foco de problemas y de desestabilización, Esquerra Republicana (ERC) e Iniciativa-Esquerra Unida (ICV) han adoptado posiciones distintas. Los republicanos se han limitado a pedir a los socialistas que se abstengan de llevar al Gobierno debates de partido. Los ecosocialistas han sido más duros, probablemente empujados por la mala relación que tienen con Ernest Maragall desde que éste buscó el apoyo de CiU para apoyar la Ley de Educación. Jordi Miralles invitó ayer a Maragall a tomarse "una semana blanca".
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