En medio de drásticos recortes y cuando empiezan las protestas públicas de algunos de los sectores afectados, Cameron lanza otra señal de su personalísimo estilo: pedirá a la Oficina Nacional de Estadísticas que determine y desarrolle sus criterios para evaluar el bienestar general de los británicos. Para no quedarse con los abundantes, cotidianos medidores puramente económicos, que la crisis financiera y la crisis económica han convertido en titulares privilegiados cada día, en información renovada contínuamente.
Las cifras que den cuenta del "bienestar general" de los británicos se publicarán cada trimestre. Y, desde luego, no podrán dar cuenta cabal de qué entienden por "bienestar" y qué dicen de su bienestar individual cada uno de los consultados. De cualquier modo, no faltarán las sorpresas.
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