Según Robert Mur, enviado especial de La Vanguardia a Sâo Paulo, Vilma, que
"es la tercera mujer que alcanza el poder en América del Sur por la vía democrática, tras la chilena Michelle Bachelet y la argentina Cristina Fernández, (...)
con quien guarda mayores analogías es con el mandatario uruguayo Pepe Mujica, ex guerrillero como ella. Fue torturado y pasó casi quince años encarcelado como lìder tupamaro. Rousseff también fue torturada y estuvo cerca de tres años en prisión (1970-1972) por su participación en la organización guerrillera urbana Vanguardia Armada Revolucionaria-Palmares (VAR), que luchaba contra la dictadura (1964-1985).
Había pasado a la clandestinidad en 1969, pero un año después fue detenida, torturada -lo que le dejó secuelas en la tiroides- y condenada a seis años y un mes de cárcel. Antiguos miembros del VAR han manifestado que Rousseff participó en acciones armadas y formo parte de la cúpula guerrillera, pero ella lo niega y dice que simplemente era una militante de base. Sin embargo, recibió instrucción armada, precisamente en Uruguay."
Las "analogías" se atenúan, sin embargo, comparamos el origen social, el tiempo que estuvieron en prisión y la nacionalidad de cada uno. Si en el pequeño Uruguay la lucha armada contra las FFAA era ya una apuesta errónea, en el inmenso Brasil se convertía en una apuesta absurda, un disparate. Mugica no tiene ninguna formación universitaria, Dilma es licenciada en Económicas y cuenta con una intensa participación en la política de partidos y en los gobiernos de la ciudad de Porto Alegre y su estado Rio Grande do Sul y en Brasilia, con Lula.
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