Al lado de aquel balcón donde aparecía solitaria la bandera del Vaticano aparecieron ayer, en el balcón de su vecino inmediato, la senyera y la del Vaticano. Enfrente de la ventana de mi estudio aparecen las dos banderas.
Pocos son los abanderados. Pocos pero apresurados: hoy es jueves, el Papa llegarà el domingo y no pasará por aqui. ¿Ante quiénes querrán autoidentificarse estos vecinos? ¿Ante los demás vecinos?
¿O acaso ante sí mismos?
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