Esta vez, el cambio de año es cambio de década, y los periódicos tienen que dar cuenta del uno y la otra: conectar dos historias de distinta duración, situar la más corta en la más larga, marcar una dinámica de cambios consumados y cambios en curso que permitan otear tendencias para el nuevo año y la nueva década.
Time fue el primero en elegir, desde el siglo pasado, su Hombre del Año, que las reivindicaciones feministas han convertido en Persona of the Year aunque los hombres sigan predominando. Le Monde copia por primera vez este modelo premiando a Lula. El País Semanal ya había exaltado al mismo personaje pero reduciendo la escala: es el primero entre los cien “hombres y mujeres iberoamericanos que han marcado 2009”. Le Monde lo eleva al rango de Persona del Año. Time, en cambio, opta por Ben Bernanke. El País Semanal elige por fin su personaje del año a escala española: “El parado, una víctima con cuatro millones de nombres”. A escala mundial sumarían muchos más. La opción por Lula apunta al doble protagonismo de Brasil como potencia sin pares en Latinoamérica y como componente de la élite de los grandes emergentes a escala mundial, junto a sus socios en la naciente Bric: Brasil, Rusia, India, y China. Y a Suráfrica. Cada opción es sin duda discutible y conviene no haberla extendido a una supuesta “Persona de la Década”. La década convoca a considerar principalmente, más que personas, procesos y tendencias. Y, a la vista está: los días del cambio de año dieron señales de procesos que perduran. Como el terrorismo islámico. Que marcó la primera década y sigue marcando ahora la segunda.
A pocos días del atentado contra Berlusconi y a las pocas horas del atentado contra Benito XVI, en plena misa de Gallo, provocados en cada caso por una persona aislada y desequilibrada, el del nigeriano Abdul Farouk Abdulmutallab, de 23 años, en Navidad, tensa las grandes alarmas de Occidente ante el terrorismo islámico aunque esta vez haya fracasado. Pasajero de un avión de la compañía Delta en vuelo de Amsterdam a Detroit, Abdul se arrojó un compuesto químico sobre su pierna izquierda , donde llevaba adherida una sustancia incendiaria, con la intención evidente de provocar una explosión para terminar con la vida de los 11 tripulantes y 278 viajeros –él incluído. Una pequeña explosión, el humo y las llamas cuando el avión iniciaba el descenso suscitaron la alarma de viajeros y tripulantes, que sofocaron el incendio e inmovilizaron a Abdul. Como resultado de su iniciativa, Abdul sufre quemaduras de tercer grado y varias personas resultaron heridas.Hijo de papá banquero –el tercero de dieciséis- y estudiante de Ingeniería en la Universidad de Londres, el frustrado terrorista suicida se identificó una vez detenido como miembro de Al Qaeda. Su padre ya lo había denunciado. Abdul había viajado con su carga explosiva durante 19 horas, de Lagos a Amsterdam primero, de Amsterdam a Detroit después, burlando una y otra vez todos los controles de seguridad. No figuraba en la relación de personas que tienen prohibido viajar a EEUU. Pero sí aparece en la lista de sospechosos por terrorismo. Sospecha confirmada.
La última década se había abierto con Al Qaeda matando a l7 norteamericanos en el 2000. Quedó marcada por el 11 de setiembre 2001 con sus casi 3.000 muertos en Nueva York, por el 11 de marzo 2004 con sus casi 200 muertos en Madrid, por el asesinato de Benazir Bhutto perpetrado por Al Qaeda en 2007, por la frecuencia demoledora de la violencia a secas y la violencia suicida dentro y fuera de la vasta geografía de los países islámicos, … En medio de este alarmante proceso, el fracaso de Abdul genera efectos en cadena en el campo occidental. Holanda, Reino Unido y EEUU deciden utilizar escáneres corporales para controlar a todos los pasajeros en sus aeropuertos. Obama interpreta lo ocurrido como un fracaso del sistema de seguridad norteamericano, acusa a la rama yemenita de Al Qaeda, abre un nuevo frente en el Yemen, a cuya guerra Hillary Clinton atribuye “repercusiones mundiales”. Un agente doble que EEUU y Jordania creían que espiaba para sus gobiernos mata en Afganistán a siete agentes de la CIA y uno de Jordania tras prometerles nueva información sobre Al Qaeda –y se suicida.
Hay que “potenciar” el papel de España en la lucha contra Al Qaeda, exige el Rey de España el 6 de enero, Pascua Militar. Evidentemente. Pero ¿cómo?
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