domingo, 31 de enero de 2010

STEVE JOBS SEGÚN LINA MARÍA AGUIRRE

Steve Jobs: cómo vivir antes de morir
Lina María Aguirre | 31/01/2010 - 06:55 horas

En 2005, Steve Jobs dio el discurso de graduación en la universidad de Stanford: Cómo vivir antes de morir. Dejando aparte un momento el iPad con todo su furor mediático, es interesante el proceso que hace que hoy -aunque todavía es pronto para calcular el grado revolucionario o no del nuevo equipo- un anuncio del señor Jobs resuene más allá de las implicaciones tecnológicas

Cuando su madre biológica decidió que lo daría en adopción al nacer, se propuso que la pareja que lo adoptara tenía que ser profesional. Estaba destinado a ir al hogar de un abogado y su esposa, quienes desistieron en el último momento porque esperaban una niña, así que el bebé fue ofrecido a otra pareja que estaba feliz de recibirlo. Pero no eran profesionales, el padre no había terminado la secundaria. Le prometieron a la madre biológica de Jobs que se asegurarían de que el chico estudiase en la universidad. A los 17, fue a Reed College.

Allí sucedieron varias cosas: la primera, que la matrícula era casi tan alta como en Stanford y a Jobs le costaba pensar que todos los ahorros de su familia fueran destinados a cubrir ese gasto. También descubrió que le interesaban muchos temas, no necesariamente las asignaturas obligatorias. Como se sabe, dejó los estudios formales'pero continuó rondando los pasillos de la Universidad -y del templo Hare Krishna a donde iba por comida cada domingo-. No tenía dormitorio, entonces pasó varios meses en los de distintos amigos. Pasaba el tiempo asistiendo a conferencias diversas y observando los carteles del campus. Eran los 70 y muchos se hacían a mano. Se fascinó con la caligrafía y tomó clases.

La caligrafía no tenía ningún uso práctico aparente. Pero años después, cuando programaba los primeros Macintosh, aplicó lo que había aprendido para incorporar las fuentes que le dieron identidad a su producto. A esa curiosidad juvenil se le debe la creación del sistema tipográfico que luego fue copiado por Windows. Jobs lo menciona para explicar uno de sus principios: "saber unir los puntos". Conectar ideas. Es algo que sólo se puede hacer en retrospectiva. Por ello hay que estar alerta cuando surge un interés por hacer algo nuevo, fuera de lo habitual, que a primera vista no parezca tener utilidad. Saber "confiar en el instinto... que luego tendrá un sentido a lo largo del camino".

A los 30, Jobs perdió todo lo que había construido en su primera edad adulta. Apple, la compañía que había fundado, lo echó a la calle después de divergencias con John Sculley, quien obtuvo el favor del consejo de dirección. Pensó en "huir del Valle [de Silicio]" pero se dio cuenta de que a pesar de esa pérdida tan pública de trabajo todavía le gustaba lo que hacía. "Comenzó uno de los periodos más creativos de mi vida. La pesadez de ser exitoso fue reemplazada por la liviandad de comenzar de nuevo. Fundé Pixar y NeXT... Las vueltas de la vida hicieron que Apple comprase NeXT y la tecnología que creamos allí es central en el desarrollo de Apple hoy".

¿Qué le enseñó esa historia de 'love and loss' como él la llama? "La vida a veces lo golpea a uno con un ladrillo en la cabeza pero no hay que perder fe... Se pasa una buena parte de su vida en el trabajo y es necesario creer en lo que se hace". Él insiste en no acomodarse resignadamente sino en seguir buscando, creando, hasta encontrar lo que realmente se disfruta: "Y como en las cosas del amor, uno sabe cuando lo encuentra". Jobs volvió a la compañía que había fundado, que lo había despedido y que hoy dirige.

Un año antes de pararse en el atril de Stanford, Jobs había sido diagnosticado con cáncer de páncreas. Le dijeron que era incurable, le dieron entre 3 y 6 meses de vida y le aconsejaron que fuera a "organizar sus cosas". El mismo día le hicieron una biopsia. Estaba sedado pero su esposa vio cuando el médico examinó las células extraidas del páncreas y lloró: era un raro tipo de cáncer operable. "Me hicieron la cirugía y ahora estoy bien" (en 2009 fue sometido a un transplante de hígado).

Fue su primer encuentro cercano con la muerte. Aunque espera que no se repita en varias décadas y sabe que "a nadie le gusta morir, incluso la gente que quiere ir al cielo no quisiera tener que pasar por eso", ha dicho también que la muerte es un "gran invento de la vida... limpia la tierra dejando espacio para lo nuevo... Recuerdo haber leído que si uno se mira al espejo y dice 'vive cada día como si fuera el último', algún día tendrá razón". Tener esto presente le ha ayudado a poner sus triunfos y fracasos en perspectiva, a persistir en sus proyectos, y a su manera.

Al terminar su discurso, reafirma: "No os quedéis atrapados por dogmas, que es quedarse atrapado en el pensamiento de otros... No dejéis que las opiniones de otras personas apaguen vuestra propia voz interior. Tened el coraje de seguir vuestro corazón. El tiempo es limitado. No lo malgastéis".

Entonces: ¿es el iPad un juguete para fanáticos de Mac o una creación casi digna de un santo, como se pregunta el Economist de esta semana que le ha dedicado portada?

El iPad es una versión ampliada del iPhone, al estilo de Apple, de perfeccionar algo ya existente con criterios de diseño, negocio y eficiencia. "Un iPhone con esteroides", calificó el artículo del Economist mencionado. (The Onion ofreció su versión satírica, sugiriendo que Jobs se había olvidado del tema y había improvisado pegando nueve iPhones a una bandeja de cafetería).

Pero esta nueva tableta electrónicatiene potencial para afectar la industria informática, la de telecomunicaciones y la de medios. Puede convertirse en un nuevo aliado para la industria editorial y para los periódicos, al menos aquellos que sepan aprovechar las oportunidades de saludables alianzas con Google, lecciones del modelo iTunes y el reto de combinar periodismo de alta calidad con portabilidad de noticias y tinta electrónica. No es casualidad que durante la presentación, el New York Times (muy activo con nuevos proyectos digitales) mostrara su primera aplicación para el iPad.

No es difícil detectar el perfeccionismo de Jobs, el control que ejerce, el nivel de exigencia y su conocido caracter voluble. Pero en estos tiempos de crisis, desempleo y cierre de empresas, merece la pena escuchar qué tiene que decir sobre innovación, emprendedores, atrevimiento y ganancias este hombre que no pasó del primer semestre de carrera pero que sabe de caligrafía, de conectar ideas y que se va a morir. Y como el tiempo es limitado, cuando se propone transformar industrias, lo hace con tres al tiempo.

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