El relato que transcribo en la entrada precedente me suena más a una anécdota inflada por la retórica periodística que a una alerta justificada por el triunfo de la derecha chilena. Un golpe de efecto parecido al que perpetró La Vanguardia horas antes al presentar a Piñera como un nuevo Berlusconi. Sin duda, Piñera es un empresario triunfante, que con sus negocios bursátiles e inmobiliarios ha sido capaz de acumular entre 1.200 y 2.000 millones de dólares. Sin duda, coincide con Berlusconi en sus éxitos televisivos con el canal Chilevisión y deportivos con el Colo Colo. Pero su estilo es muy otro y su vida familiar parece asentada, tranquila, con su esposa Cecilia Morel y sus cuatro hijos.
Hijo de demócratas cristianos de la clase media muy ligados precisamente a Eduardo Frei, alumno de la Católica, estudiante de Administración de Empresas y, nada menos que en Harvard, Economía -de la que habría sido, dicen, profesor en la misma universidad- , dijo No a Pinochet en el Plebiscito, fue a los cuarenta el senador más joven de Chile, ascendió al liderazgo en Renovación Nacional, aliada con la más derechista UDI. Derrotado por Michelle en la penúltima disputa por la presidencia, ha sido muy cordialmente tratado por ella -en la cumbre de su popularidad- y por el perdedor Frei apenas ganó el domingo.
Piñera se ha fijado objetivos muy altos pero nada alarmantes: crear un millón de empleos (sic), mejorar la política educativa y la Administración de Justicia, resolver los problemas de vivienda y salud, incrementar en definitiva el crecimiento económico.
Sin duda, para gobernar, Piñera necesitará acuerdos con la oposición tanto como con sus socios de la derecha. Y lo ha dicho con rotundidad. Quiere "un gobierno de unidad nacional", mediante una "política de acuerdos entre la derecha y la Concertación, como en los 90. Pero tendrá que mirar también cómo cambia la Concertación ahora, por primera vez derrotada.
"Quiero pedirle su consejo y ayuda", le dijo Piñera a Michelle, "porque su experiencia de gobierno es muy importante". Y ella le respondió de inmediato: "Mañana iré a su domicilio y conversaremos." Habrá que ver hasta dónde llega esta ayuda cuando Piñera pase a ser, el 11 de marzo, el 51º presidente de Chile.
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