"Señora                       Presidenta de la Asamblea General, mi querida  Lucía,                       Legisladores y Legisladoras que representan la  diversidad                       de la Nación, Presidentes y Presidentas de países  amigos                       que están con nosotros, altos funcionarios  destacados para                       apoyar esta ceremonia, cuerpo Diplomático,  Presidente de la                       Suprema Corte de Justicia, Comandantes en Jefe de  las                       Fuerzas Armadas, Señores ex Presidentes, Dirigentes  de los                       Partidos Políticos del Uruguay y de las principales                        organizaciones sociales, de las comunidades  religiosas, en                       fin, señores y señoras. A todos los aquí presentes,                        gracias.Y también gracias a todos ustedes,  compatriotas del                       alma, que nos acompañan en sus casas y en las  calles.                                                                   Mis conocimientos jurídicos,                       extraordinariamente escasos,  me impiden dilucidar  cuál es                       el momento exacto  en que dejo de ser presidente  electo                       para transformarme en presidente a secas.                                               No se si es ahora, o  si es dentro  de un                       rato, cuando reciba los símbolos del mando de manos  de mi                       antecesor.                                             Por mi parte, desearía que el  título de                       “electo” no desapareciera de mi vida de un día para  otro.                       Tiene la virtud de recordarme a cada rato  que soy                       presidente  sólo por la voluntad de los electores.                                              “Electo” me advierte que no me  distraiga y                       recuerde que  estoy mandatado para la tarea. No en  vano, el                       otro sobrenombre de los presidentes es  “mandatario”.                                                                    Primer mandatario, si se quiere,  pero                       mandado por otros, no por sí mismo.                                              Con mejores palabras y más  solemnidad,                       esto es lo que la constitución establece.                                             La Constitución es un marco, una  guía, un                       contrato, un límite que encuadra a los gobiernos.                                                                    Ese es su propósito principal.                                              Pero es también un programa, que  nos ordena                       cómo comportarnos, en cuestiones que tienen que ver  con la                       esencia de la vida social                                             Por ejemplo, nos manda literalmente  evitar                       que las cárceles sean instrumentos de  mortificación.                                             O nos dice NO reconocer ninguna  diferencia                       de raza, género o color.                                             ¡Cuánta deuda tenemos aún con la                       constitución!!                                             ¡Con qué naturalidad la  desobedecemos!                                              No está de más recordarlo hoy, un  día en                       que nos enorgullecemos de estar aplicando las  reglas con                       todo rigor y detalle.                                              Pondremos todo nuestro empeño en  cumplir                       los mandatos constitucionales. En cumplir los que  aluden a                       las formas de organización  política del país, por  supuesto                       Y también en cumplir los enunciados  constitucionales que                       describen la ética social que la nación quiere  darse.                                              Hoy es el día cero o el día uno de  mi                       gobierno.                                             Y para mí, gobernar empieza por  crear las                       condiciones políticas para gobernar.                                             Por si suena como un   traba-lenguas, lo                       repito:                                             para mí, gobernar, empieza por  crear las                       condiciones políticas para gobernar.                                              Y gobernar, para generar  transformaciones                       hacia el largo plazo, es más que nada crear las  condiciones                       para gobernar 30 años con políticas de estado.                                              Me gustaría creer, que esta de hoy,  es la                       sesión inaugural de un gobierno de 30 años.                                              No míos, por supuesto, ni tampoco  del                       Frente Amplio, sino de un sistema de partidos, tan  sabio y                       tan potente, que es capaz de generar túneles  herméticos que                       atraviesan las distintos presidencias de los  distintos                       partidos ,y que por allí, por esos túneles, corren                       intocadas las grandes líneas estratégicas de los  grandes                       asuntos.                                              Asuntos como la educación, la                       infraestructura, la matriz energética o la  seguridad                       ciudadana                                              Esto no es una reflexión para el  bronce ni                       para la posteridad. Es una formal declaración de                       intenciones.                                             Me estoy imaginando el proceso  político que                       viene, como una serie de encuentros, a los que unos                        llevamos los tornillos y otros llevan las tuercas.                                             Es decir, encuentros a los que  todos                       concurrimos, con la actitud de quien está  incompleto sin la                       otra parte.                                             En ese tono se va a desarrollar el  próximo                       gobierno del Frente Amplio.                                              Asistiendo incansablemente a las  mesas de                       negociación con vocación de acuerdo.                                             Puede ser que el gobierno tenga más                        tornillos que nadie,                                             Más tornillos que el Partido  Nacional, más                       que el Partido Colorado, más que los empresarios y  más que                       los sindicatos…                                             ¿Pero  de qué nos sirven los  tornillos                       sueltos, si son incapaces de encontrar sus piezas                       complementarias en la sociedad?                                               Vamos a buscar así el dialogo, no  de                       buenos, ni de mansos, sino porque  creemos que esta  idea de                       la complementariedad de las piezas sociales, es la  que                       mejor se  ajusta a la realidad.                                              Nos parece que el diagnóstico de                       concertación y convergencia es más correcto que el  de                       conflicto,  y que sólo con el diagnóstico correcto,  se                       puede encontrar el tratamiento correcto.                                             Miramos la radiografía, y lo que  vemos                       adentro de la sociedad,  son formas convexas y  cóncavas,                       negociando el ajuste, porque se necesitan entre si.                        Entonces pensamos que  sería contra natura, que los                        representantes políticos de esos retazos sociales,  nos                       dedicáramos a separar y  no a concertar.                                             En Uruguay, todos los partidos  políticos                       son socialmente heterogéneos. Pero los partidos  tienen                       fracciones, y las fracciones tienen acentos  sociales.                                                                   Pero aún en el caso de las  fracciones más                       específicamente representativas de sectores, el  mandato de                       sus votantes no es el de atropellar ciegamente para                        conquistar territorio.                                             Hace rato que todos aprendimos que   las                       batallas por el todo o nada, son el mejor camino  para que                       nada cambie y para que todo se estanque.                                             Queremos una vida política  orientada a la                       concertación y a la suma, porque de verdad queremos                        transformar la realidad.                                             De verdad queremos terminar con la                       indigencia                                             De verdad queremos que la gente  tenga                       trabajo.                                             De verdad queremos seguridad para  la vida                       cotidiana.                                             De verdad queremos salud y  previsión social                       bien humanas.                                             Nada de esto se consigue a los  gritos.                       Basta mirar a los países que están adelante en  estas                       materias y se verá que la mayor parte de ellos  tienen una                       vida política serena.                                             Con poca épica, pocos héroes y  pocos                       villanos.                                             Más bien, tienen políticos que son  honrados                       artesanos de la construcción.                                             Nosotros queremos transformaciones y                        avances  de verdad.                                              Queremos cambios de esos, que se  tocan con                       la mano, que no sólo afectan las estadísticas sino  la vida                       real de la gente.                                             Para lograrlo estamos convencidos  de que se                       necesita una civilizada convivencia política                                              Y no vamos a ahorrar ningún  esfuerzo para                       lograrla.                                              Por supuesto, nada de esto comienza  con                       nosotros. El país tiene hermosas tradiciones de  respeto                       recíproco que vienen de muy atrás.                                             Pero es probable que nunca hayamos  estado                       tan cerca de conseguir un cambio cualitativo en la                       intensidad de esos vínculos entre partidos  políticos..                       Quizás ahora podemos pasar de la tolerancia  a la                       colaboración, de la confrontación controlada a  ciertos                       modos societarios de largo plazo.                                              Con el Frente Amplio en el  gobierno, el                       país ha completado un ciclo. Ahora todos sabemos  que los                       ciudadanos no le extienden cheques en blanco a  ningún                       partido y que los votos hay que ganárselos una y  otra vez                       en buena ley. Los ciudadanos nos  han advertido a  todos que                       ya no son incondicionales de ningún partido, que  evalúan y                       auditan las gestiones, que  los que hoy son  protagonistas                       principales, mañana pueden convertirse en actores                       secundarios.                                              Después de 100 años, al fin, ya no  hay                       partidos predestinados a ganar y partidos  predestinados a                       perder.                                             Esa fue  la dura lección que los  lemas                       tradicionales recibieron en los últimos años. El  país les                       advirtió que no eran tan diferentes entre sí como                       pretendían, que sus prácticas y estilos se parecían                        demasiado y que se necesitaban nuevos jugadores,  para que                       el sistema recuperara una saludable tensión  competitiva.                                                                   Por su parte el Frente Amplio,  eterno                       desafiante y ahora transitorio campeón, tuvo que  aceptar                       duras lecciones, no ya de los votantes sino de la  realidad.                       Descubrimos que gobernar era bastante más difícil  de lo que                       pensábamos, que los recursos fiscales son finitos y  las                       demandas sociales infinitas,                                              que la burocracia tiene vida  propia,  que                       la macroeconomía tiene reglas ingratas pero  obligatorias.                                             Y hasta tuvimos que aprender, con  mucho                       dolor, y con vergüenza, que no toda nuestra gente  era                       inmune a la corrupción.                                             Estos últimos  años han sido  entonces de                       intenso aprendizaje para todos los actores  políticos.                                             Es probable que todos estemos ahora  más                       maduros y por tanto listos para pasar a una etapa                       cualitativamente nueva en el relacionamiento entre  fuerzas                       políticas.                                             Cada una con su identidad y sus  énfasis                       ideológicos.                                             Sin aflojarle ni a la pulseada ni  al                       control recíproco.                                              Pero sí ampliando dos capacidades  que                       estamos lejos de haber llevado al máximo: la  sinceridad y                       la valentía.                                             Más sinceros en nuestro discurso  político,                       llevando lo que decimos un poco más cerca de lo que  de                       verdad pensamos y un poco menos atado a los que nos                        conviene.                                             Y más valientes para explicarle,  cada uno a                       su propia gente, los límites de nuestras  respectivas                       utopías.                                             Esa sinceridad y esa valentía van a  ser                       necesarias para llevar adelante las políticas de  estado que                       proyectamos.                                              Para ponernos de acuerdo vamos a  tener que                       rebajar nuestras respectivas posturas y  promediarlas  con                       las otras.                                             Y esa rebaja implica líos  obligatorios con                       nuestras bases políticas.                                              Ese va a ser un test de valentía.                                              Los temas de estado deben ser pocos  y                       selectos.                                             Deben ser aquellos asuntos en los  que                       pensamos que se juega el destino, la identidad, el  rostro                       futuro de esta sociedad.                                             Sin pretensiones de verdad  absoluta, hemos                       dicho que deberíamos empezar por 4 asuntos:                                             educación, energía, medio ambiente y                        seguridad.                                             Permítanme un pequeño subrayado:  educación,                       educación, educación.                                             Y otra vez, educación.                                             Los gobernantes  deberíamos ser  obligados                       todas las mañanas a llenar planas, como en la  escuela,                       escribiendo  100 veces, “debo ocuparme de la  educación”                                             Por que allí se anticipa el rostro  de la                       sociedad que vendrá.   De la educación dependen  buena parte                       de las potencialidades productivas de un país. Pero  también                       depende la futura aptitud de nuestra gente para la                       convivencia cotidiana.                                             Y seguramente, cualquiera de los  aquí                       presentes podría seguir agregando argumentos sobre  el                       carácter prioritario de la educación.                                              Pero, lo que probablemente nadie  pueda                       contestar con facilidad es ¿a qué cosas vamos a  renunciar,                       para darle recursos a la educación?                                             ¿Qué proyectos vamos a postergar,  qué                       retribuciones vamos a negar, qué obras dejarán de  hacerse?                                             Con cuántos “NO” habrá que pagar  el  gran                       “SÍ”  a la educación!                                             Ningún partido querrá quedar en  soledad                       para hacerse responsable de todo ese desgaste.  Tendremos                       que hacerlo juntos, decidirlo juntos y por  supuesto, poner                       el pecho juntos.                                             Este es el significado de las  políticas de                       estado.                                             Sus consecuencias no deben  beneficiar ni                       perjudicar a ningún partido en particular.                                             ¿Estamos dispuestos a hacerlo?                                              Si no lo estamos, todas nuestras  grandes                       declaraciones de amor por la educación, no serán  más que                       palabrerío de discurso político.                                              También hemos sugerido que los  temas de                       infraestructura de energía, sean separados de la  agenda                       gubernamental corriente, y tratados en común por  todos los                       partidos.                                               La energía es un asunto lleno de                       complicaciones técnicas.                                             Implica complejos pronósticos sobre  el                       stock de recursos no renovables, como los  hidrocarburos.                       Pero también implica casi adivinanzas, sobre lo que  nos                       traerá el desarrollo tecnológico de la energía  solar o de                       la energía eólica. E implica cálculos, de resultado  todavía                       incierto, sobre la conveniencia de hacer  agricultura de                       alimentos o agricultura para producir  bio-combustibles.                                             Pero después que todos los  ingenieros y                       todos los adivinadores del futuro den su veredicto,  la                       política tendrá que ocuparse de las definiciones                       estratégicas, en temas en los que la opinión social  va a                       estar dividida.                                             El más notorio de esos temas,  es  el uso de                       energía nuclear para generar electricidad.                                             Otro,  es cuanto estamos dispuesto a  pagar                        para apoyar las energías renovables que no son                       económicamente rentables, incluidos los  biocombustibles.                                             En estos temas,  tan imprevisibles,  el                       aumento de la base de sustento político no  garantiza que se                       tomen decisiones óptimas. Pero SÏ asegura que los  rumbos                       elegidos no serán modificados sobre la marcha.                                              En materia energética no se puede  avanzar                       en zig-zag. Porque pueden pasar décadas entre el  momento en                       que un proyecto  comienza a andar, y el momento en  que                       empieza a producir.                                              También , hemos reservado las  estrategias                       de medio ambiente, para ser tratadas en régimen de                       políticas de estado.                                             Hoy la comunidad internacional nos  pide que                       nos pensemos a notros mismos como miembros de una  especie,                       cuyo hábitat está cada vez más amenazado.  Hace  años que el                       país ha incorporado una fuerte consciencia sobre el  tema,                       ha legislado con sabiduría y ha operado con  decisión y                       transparencia.                                              Pero la tensión, entre el cuidado  del medio                       ambiente y la expansión productiva, va a ir en  aumento.                       Vamos a estar cada vez más tironeados, entre las  promesas                       de la explosión agrícola, y las amenazas asociadas  al uso                       intensivo de agroquímicos.                                             Para no hablar de asuntos aún mas                       complejos, como las incógnitas  vinculadas a la                       modificación genética, de las especies vegetales.                                             ¡Hasta nuestras pobres vacas!  con  sus                       emisiones de gases, son un enorme tema de discusión  medio                       ambiental en el mundo.                                             Sobre todos estos asuntos, ya  empiezan a                       escucharse algunos tambores de guerra.  Afortunadamente, de                       guerra conceptual, entre los partidarios de la  producción a                       rajatabla, y los preservacionistas a toda costa.                                             El estado deberá arbitrar y tomar  las                       mejores decisiones.                                             Sean las que sean, deben tener un   ancho                       respaldo político, para que tengan toda la  legitimidad                       posible y puedan sostenerse en el tiempo, contra  viento y                       marea.                                             Aquí de nuevo el sistema político  tendrá                       que ser sincero y valiente, porque para cuidar el  medio                       ambiente habrá que renunciar a  algunas promesas                       productivas. O al revés, para sostener la  producción, habrá                       que rebajar la ambición de una naturaleza intocada.                                             Nos jugamos mucho en todo esto.  Tenemos que                       decidirlo entre todos.                                             Y después, enfrentar las  consecuencias                       entre todos.                                              La seguridad ciudadana, es el  último tema                       que estamos proponiendo abordar, de inmediato, en  régimen                       de políticas de estado.                                             No lo incluiríamos, si sólo se  tratara de                       mejorar la lucha contra  una aumentada delincuencia                        tradicional. Creemos, que no sólo estamos frente a  un                       escenario de números crecientes, sino ante  transformaciones                       cualitativas.                                             Ahora tenemos drogas, como la pasta  base,                       de muy bajo costo, que no sólo destruyen al adicto  sino que                       lo inducen a la violencia.                                             Y tenemos mafias enriquecidas, con  amplia                       capacidad de generar corrupción en la policía. Y  tenemos                       operadores del narcotráfico internacional, que usan  el país                       para el tránsito, la distribución y el lavado de  dinero.                                                                   Aún, somos una sociedad tranquila y                        relativamente segura. Pero lo peor que podríamos  hacer, es                       subestimar la amenaza.  La sociedad ha levantado el  asunto                       a los primeros lugares de la agenda pública y desde  el                       sistema político tenemos que responder sin demora y  a                       fondo.                                                                                            Educación, energía, medio ambiente y                        seguridad son los temas para los que debiéramos  definir                       estrategias orientadas al largo plazo y luego,  arroparlas,                       protegerlas del vaivén político para que puedan  proyectarse                       en el tiempo y consumar sus efectos.                                              Para todo lo demás,  necesitamos  que la                       política discurra en sus formas naturales: es  decir, el                       gobierno en el gobierno y la oposición en la  oposición.                                             Con respeto recíproco, pero cada  uno en su                       lugar.                                             Como gobierno, nos corresponde la                       iniciativa para trazar el mapa de ruta.                                              Aquí vamos.                                             Lo que hoy comienza, se define a sí  mismo,                       entusiastamente, como un segundo gobierno. Ya lo  dijimos en                       la campaña: nuestro programa se resume en 2  palabras “Más                       de lo mismo”                                             En primer lugar, vamos a darle al  país 5                       años más de manejo profesional de la economía, para  que la                       gente pueda trabajar tranquila, e  invertir  tranquila.                                             Una macroeconomía prolija es un                       prerrequisito para todo lo demás.  Seremos serios  en la                       administración del gasto,                                              serios en el manejo de los déficit,  serios                       en la política monetaria  y más que serios, perros,  en la                       vigilancia del sistema financiero.                                              Permítanme decirlo de una manera                       provocativa: vamos a ser ortodoxos en la  macroeconomía.                                             Lo que vamos a compensar  largamente, siendo                       heterodoxos, innovadores y atrevidos, en otros  aspectos.                                             En particular, vamos a tener un  estado                       activo, en el estímulo a lo que hemos llamado, el  país agro                       inteligente.                                              El agro uruguayo está viviendo una                       revolución tecnológica y empresarial, creciendo muy  por                       encima del resto del país.                                              Los problemas son hoy otros: la                       sustentabilidad del suelo, la incorporación masiva  del                       riego como factor de producción y sobre todo de  mitigación                       ante las frecuentes sequías. Los proyectos de  fuentes de                       agua que involucran predios de diferente propiedad,  marcan                       una época y es un deber darles el máximo apoyo. Las                        políticas de reserva y de seguros son exigencias de  la                       adaptación al cambio climático. La investigación,  la                       recreación genética, la alta especialización en las  ramas                       biológicas que nutren el trabajo agrícola de toda  esta                       región, definible como último reservorio  alimentario de la                       humanidad, son para nosotros el capítulo central de  una                       especialización que hemos en llamar  ¨el país  agro-inteligente¨                                             Queremos que la tierra nos de uno.   Y a ese                       uno, agregarle 10 de trabajo inteligente.  Para al  final                       tener un valor de 11, verdadero, competitivo,  exportable.                                             No vamos a inventar nada, vamos con                        humildad detrás del ejemplo de otros países  pequeños, como                       Nueva Zelanda o Dinamarca.                                             Si el país fuera una ecuación,  diría que                        la fórmula a intentar es                                              agro + inteligencia + turismo +  logística                       regional. Y punto.                                             Esta, es nuestra gran ilusión.                                             A mi juicio, la única gran ilusión                       disponible para el país.                                             Por eso, no vamos a esperar  de  brazos                       cruzados que nos la traiga  el destino o el  mercado. Vamos                       a salir a buscarla con decisión.                                              Pero también con seriedad.                                             Apoyando sólo aquellas actividades,  que una                       vez maduras, tengan verdadera chance de subsistir   por sí                       mismas.                                             No queremos repetir errores del  pasado.                                             En particular no queremos que nos  vuelva a                       pasar lo que ocurrió entre los años  50 y 70,  cuando la                       sociedad desperdició enormes recursos, en la  quimera de                       industrias imposibles.                                             Ya una vez quisimos ser antárticos,  y                       producirlo todo fronteras adentro. Nos fue mal, muy  mal.                                              Seria criminal no aprender de  aquellos                       dolores y volver a una economía enjaulada y cerrada  al                       mundo.                                              Y si vamos a ser proactivos en  ciertas                       dimensiones de la economía productiva, vamos a ser  el doble                       de proactivos en la búsqueda de una mayor equidad  social.                                             ¡Eso sí, que no vamos a esperarlo                       sentados.!                                             ¡Ahí sí, que no tenemos paciencia  para                       esperar que la prosperidad resuelva sola las cosas.                                             Tal como hizo el gobierno que  termina,                       vamos a llevar el gasto social a los máximos  posibles. Y                       vamos a sostener y profundizar los múltiples  programas                       solidarios emprendidos en los últimos 5 años.                                             Ya bajamos la indigencia a la  mitad, pero                       aún queda un 2 % de la población en esa situación.   El                       objetivo es terminar con esta vergüenza nacional, y  que                       hasta el último de los habitantes del país, tenga  sus                       necesidades básicas  satisfechas, en los términos  definidos                       por las Naciones Unidas.                                              Pero con saciar las necesidades  básicas no                       hacemos nada!                                               Hoy, y después de años de  prosperidad y de                       esfuerzo solidario, 1 de cada 5 uruguayos, sigue en                        condiciones de pobreza.                                             Aún, si al país como conjunto, le  sigue                       yendo bien, estamos amenazados en convertirnos en  una                       sociedad que avanza a 2 velocidades:                                             unos recogen los frutos de un  crecimiento                       acelerado,                                              otros - por retraso cultural y  marginación                       - apenas los contemplan.                                             No es justo, pero además es  peligroso,                       porque no queremos un país que se luzca en las                       estadísticas, sino un país  que sea bueno para  vivir.                                             Y no será bueno, si la prosperidad y  el                       bienestar de una familia, se tiene que  disfrutar  con muros                       o alambres de púa.                                             De nuevo, para enfrentar la  pobreza, la                       educación es la gran fuente de esperanzas.                                             La escuela y sus maestros, son el  ariete                       principal que hemos de usar para integrar a  aquellos a los                       que las penurias dejaron al costado.                                             El combate a la pobreza dura tiene  mucho de                       acción formativa en la niñez y la adolescencia.                                              A la cabeza de todas las  prioridades va a                       estar la masificación de las escuelas de tiempo  completo,                       seguido por el fortalecimiento de la Universidad  del                       Trabajo y el sostén de esa maravilla que es el Plan  Ceibal.                                             Ya tenemos una computadora por niño  y por                       maestro. Ahora vamos por una computadora por  adolescente y                       por profesor.                                             Y por conexión a Internet en todos  los                       hogares.                                              Si la educación es la vacuna,  contra la                       pobreza del futuro, la vivienda es el remedio  urgente para                       la pobreza de hoy.                                             En primera instancia desplegaremos  un                       abanico de iniciativas solidarias con la vivienda                       carenciada, DENTRO Y FUERA de los recursos  presupuestales.                                                                   Apelaremos al esfuerzo social.  Vamos a                       demostrar que la sociedad tiene otras reservas de                       solidaridad que no están en el Estado.                                             Me niego al escepticismo, sé que  todos                       podemos hacer algo por los demás y que lo vamos a                       demostrar.                                             ¡Van a ver!  , van a aparecer  materiales,                       dinero, cabezas profesionales y brazos generosos.                                              ! LES APUESTO A QUE SI !                                              No quiero olvidarme de nuestros  pobres de                       uniforme.                                             Las FF AA, llenas de pobres, van a  ser                       parte del Plan de Emergencia Habitacional y vamos a                        movernos rápido para aliviar en algo la penuria  salarial                       que las aflige.                                             El pasado no es excusa para que hoy  no nos                       demos cuenta que una patria de todos incluye a  estos                       soldados.                                             Nuestro reconocimiento para  aquellos                       compatriotas militares que sirven en Haití y han  demostrado                       una admirable entereza y eficiencia solidaria.                                              En estos años, el Uruguay ha  cambiado                       mucho, y nadie discute que ha cambiado para bien.                                             Allí están los números económicos y                        sociales, de todos los colores.                                             Pero hay un cambio menos visible,  imposible                       de cuantificar, pero a mi juicio de gran  importancia: el                       cambio en la autoestima, el cambio en la manera que  nos                       percibimos a nosotros mismos y a los horizontes  posibles.                                             Nuestros modestos éxitos nos han  hecho más                       ambiciosos y más inconformistas.                                             ¡Bienvenido inconformismo!                                             ¡Bienvenido el cuestionamiento de  viejas                       certezas!                                             Y en esta línea:                                              BIENVENIDO EL PROFUNDO  CUESTIONAMIENTO DEL                       ESTADO URUGUAYO.                                             Del estado hacia adentro, como  estructura,                       como organización, como prestador de servicios.                                             El Uruguay se mantuvo al margen de  los                       vientos privatizadores de los años 90. Es más, la  sociedad                       recibió propuestas, las consideró y las rechazó                       explícitamente.                                             Estuvimos entre los abanderados de  ese                       rechazo y no nos arrepentimos.                                             Pero el respaldo de los ciudadanos,  fue a                       un modo  de propiedad social, no a un modo de  gestión de la                       cosa pública y menos, a sus resultados.                                             Es probable que aquellos eventos y  estas                       confusiones, hayan postergado demasiado la  discusión                       franca  sobre el Estado, sobre los recursos que  consume  y                       sobre la calidad de los servicios que presta.                                              Hoy una revisación profunda es                       impostergable.                                             Necesitamos evaluaciones serias,                       imparciales y profundas.                                             Necesitamos números y  comparaciones.                                             Y con todo eso a la vista, tenemos  que                       rediseñar el Estado.                                             Todos sabemos que puede ser más  eficiente y                       más barato.                                             Esta reforma, no va ser en contra  de los                       funcionarios sino con los funcionarios.                                             Pero tampoco vale hacerse el  distraído: el                       90 % de la eficacia del estado se juega en el  desempeño de                       los funcionarios públicos.                                              La sociedad uruguaya ha sido  benévola con                       algunos de  sus servidores públicos y casi cruel  con otros.                       Ha permitido que, funciones sencillas, que no  requieren                       esfuerzo ni preparación, se paguen en algunas  oficinas 10                       veces más  de lo que recibe quien realiza un  trabajo                       imprescindible y duro, como un policía o un maestro  rural.                                             Cuando estas asimetrías duran un  tiempo,                       pueden considerarse errores o desaciertos. Cuando  duran                       décadas, más bien parecen ser manifestaciones de  una                       sociedad que se va volviendo cínica.                                             Del mismo modo la sociedad uruguaya  ha                       protegido a sus servidores públicos mucho más que a  sus                       trabajadores privados. Recordemos que en la crisis  del año                       2002 y 2003, casi 200 mil personas perdieron su  trabajo y                       ninguna fue un funcionario público. Se estima que  otras 200                       mil sufrieron rebajas en sus salarios, y todos  fueron                       trabajadores privados.                                             Como bien ha dicho el presidente  Tabaré                       Vazquez, esta es la madre de todas las reformas. No                        deberíamos permitir que esa madre nos siga  esperando.                                              ¿En que mundo vivimos? No está  fácil de                       saber.                                             Me gustaría preguntárselo, a cada  uno de                       los ilustres visitantes que están aquí.                                             Aunque sin duda tienen “mucho  mundo”, me                       atrevería a decir que no van a poder darme una  respuesta                       simple.                                             ¿Verdad que no?                                             El mundo está cambiando a cada rato                                             Y lo que es peor, a cada rato está                       cambiando la teoría, de cómo se construye, uno  mejor.                                             Todavía no acabamos  de padecer las                        consecuencias de la crisis planetaria, con que nos  obsequió                       el sistema financiero, en la cumbre del mundo.                                              Descubrimos que habían creado un  universo                        de burbuja y de casino. Pero que desde allí, no  solo se                       jugaba a la ruleta, sino que se podía golpear al  mundo                       productivo real.                                             Durante la crisis, para rescatar lo  que                       quedaba en pie, se rompieron dogmas que parecían  sagrados,                       se decretó la muerte de los  paradigmas vigentes y  se                       volvió a la política, como a un refugio de  esperanza.                                              Hoy ante los desafíos no  previsibles de la                       realidad, casi todos pensamos que ningún camino  puede                       descartarse a priori,                                              ninguna experiencia desconocerse,  ninguna                       fórmula archivarse para siempre.                                             Sólo el dogmatismo, quedó  sepultado.                                              No está fácil navegar. Las brújulas  ya no                       están seguras de donde quedan los puntos cardinales                                             Así que mirando las estrellas  nos  quedan                       algunas pocas certezas para orientarnos.                                             Primero, que el mundo ya no hay un  centro                       sino  varios y que la globalización  es un hecho                       irreversible.                                             Por todos lados, los humanos  anudamos                       nuestro destino y nos hacemos mutuamente  dependientes.  La                       idea de cerrase al mundo quedó obsoleta.                                             Pero a su vez, el proteccionismo  sigue                       vivito y coleando, y a menudo es protagonizado por  unidades                       de tamaño continental.                                              Los latinoamericanos, un poco a los  tumbos,                       estamos intentando construir mercados más grandes                                             ¡Pero como nos cuesta!!                                             Somos   una familia balcanizada,  que quiere                       juntarse, pero no puede. Hicimos, tal vez, muchos  hermosos                       países, pero seguimos fracasando en hacer la Patria  Grande.                                             Por lo menos hasta ahora.                                              No perdemos la esperanza, porque  aún están                        vivos los sentimientos: desde el Río Bravo a las  Malvinas                       vive una sola nación,  la nación latino-americana.                                              Dentro de nuestro hogar  latinoamericano,                       tenemos un dormitorio que compartimos y que se  llama                       MERCOSUR.                                             ! AYY MERCOSUR!                                             ¡Cuanto amor y cuando enojo nos  suscita!                                             Hoy estamos en público y no es el  momento                       de hablar de los temas de alcoba.                                             Solo déjenme afirmar que para  nosotros, el                       MERCOSUR es “hasta que la muerte nos separe” y que                       esperamos una actitud reciproca de nuestros socios                       mayores.                                              Finalmente, deseamos que el  Bicentenario                       nos encuentre con un Río de la Plata más angosto,                        despejados todos los caminos que nos unen.                                             He reservado para el final,  la más  grata                       de todas las tareas:                                             saludar la presencia de quienes han  venido                       a acompañarnos desde el exterior, especialmente de  aquéllos                       que han venido desde muy lejos, casi  inesperadamente.                                             Años atrás hubiéramos considerado  estas                       visitas como un valioso gesto diplomático, una  cortesía de                       país a país.                                             Creo que en los últimos tiempos,  estas                       presencias tienen un significado mucho más intenso y  mucho                       más político. Siento que al estar aquí, ustedes  expresan el                       respaldo a los procesos democráticos de renovación  del                       poder.  Se hacen testigos de la celebración.                                               ¡Ya sabíamos del afecto ¡ Pero nos  gusta                       más sentirlo en la presencia física de todos  ustedes.                       Sentirlo cara a cara. Y también corresponderlo cara  a                       cara!                                              Esto es así, para el afecto entre  la gente                       y para el afecto entre los países. Quererse de  cerca,                       debería estar recomendado en las academias de  diplomacia.                                             Así que, amigos del mundo aquí  presentes,                       reciban el agradecimiento del Uruguay entero. Sepan  que no                       sólo estamos honrados por su presencia. También  estamos                       contentos de tenerlos aquí y hasta diría que un  poco                       conmovidos.                                             Para terminar, déjenme llegar al  borde de                       la exageración, y decir que,                                             este gobierno que empieza, no lo  ganamos,                       sino que lo heredamos.                                             Porque la principal razón de mi  llegada a                       la presidencia, es el éxito logrado por el primer  gobierno                       del FA, encabezado por el Doctor Tabaré  Vázquez.                                             El y sus equipos han hecho un gran  trabajo:                       les digo muchas gracias en nombre de 3 millones de                       uruguayos.                                             Nosotros, vamos a seguir por el  mismo                       camino, construyendo una                                              PATRIA PARA TODOS                                             Y CON TODOS                                              MUCHAS GRACIAS  |                     
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