lunes, 8 de marzo de 2010

AHORA, URUGUAY Y CHILE. EN OCTUBRE, BRASIL


En la víspera del relevo presidencial en Uruguay y Chile, Brasil apunta a sus elecciones del 3 de octubre con la proclamación de Dilma Rousseff como candidata del Partido de los Trabajadores de Lula. Economista, ministra de Minas y Energía de Lula en el 2003 y jefa del gabinete (Casa Civil) desde el 2005 bajo el asedio de la corrupción que golpeó al partido y al gobierno pero no –curiosamente- al Presidente, pretende “dar continuidad al extraordinario trabajo de un verdadero líder” y a la vez “abrir nuevos espacios políticos a las mujeres”.

En los 70, Dilma había apostado por la lucha armada contra la dictadura militar. Objetivo imposible, que le deparó prisión y torturas durante tres años, muchos menos que los trece sufridos por el tupamaro José Pepe Mugica, el nuevo presidente de Uruguay. Ahora, Dilma tendrá que luchar a la vez contra un cáncer linfático todavía no superado y contra José Serra, gobernador de Sâo Paulo y candidato socialdemócrata que la supera en las encuestas. Para ganarle, necesitará el apoyo de los doce partidos que lanzaron a Lula. No le será fácil. Dilma promete mejorar a su país en los campos de la educación, la ciencia y la tecnología para que pase a ser la quinta potencia mundial. Ya es la primera de Latinoamérica, podría haber añadido, y la más convocada a los cambiantes escenarios de la economía y la política internacional.

El nuevo presidente de Chile, Sebastián Piñera, es un empresario de altísimo rango (máximo accionista de LAN, de una cadena de televisión y del más popular equipo de fútbol) y forma su gobierno con unos cuantos economistas y abogados que también son como él hombres de grandes negocios y, en su mayoría, ex alumnos de la Universidad Católica, con postgrados en prestigiosas universidades norteamericanas. En plena campaña electoral, Piñera fue advertido por el candidato de la Coalición y ex presidente Frei acerca de la previsible contradicción entre el interés público y los intereses personales del empresario que le acosaría si ganaba la presidencia. Piñera no sólo no la tomó en cuenta sino que la multiplica al incluir tantos empresarios en su gobierno. ¿Está a su vez seguro de que entre sus propios ministros no hay ni habrá ningún conflicto de intereses?

El nuevo Presidente uruguayo, Pepe Mujica, que vive en una modesta granja señal de su estilo de vida, promete una política económica abierta al mundo, con un vicepresidente economista capaz de aportar los perfiles técnicos que a él le faltan. “Concertación y convergencia”, pidió el ex guerrillero, al jurar el cargo ante su mujer Lucía Topolanski, también tupamara años atrás y ahora presidente del Senado. “Vamos a ser ortodoxos en la macroeconomía”, anunció Mujica para sorpresa de muchos, apostando por un “país agro-inteligente” que irá “con humildad detrás del ejemplo de otros países pequeños, como Nueva Zelanda o Dinamarca”. Entre las delegaciones oficiales asistentes a la ceremonia, Hillary Clinton presidía la de EEUU y Lula destacaba entre los latinoamericanos. Había en cambio una gran ausente: Michelle Bachelet. El terremoto y maremoto del día anterior la retenían necesariamente en Chile. Golpeando sus últimos días en la presidencia, esta tragedia complica aún más los cuatro años de su sucesor, que tendrá que hacerse cargo ante todo de la recuperación económica y social del país sin la cual quedaría bloqueado su propio proyecto renovador.

En su viaje de retorno a EEUU, Hillary Clinton hizo escala tres días después en Brasil. Si, como dicen, su principal objetivo era persuadir a Lula para que apoye una nueva ronda de sanciones a Irán por su ambiguo programa nuclear, el resultado fue un fracaso. "Sería imprudente arrinconar a Irán", le dijo Lula. Y el No de Brasil importa tanto más cuanto que tiene ahora un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU. Las sanciones económicas –argumenta Lula- servirían sólo para empobrecer la vida del pueblo iraní y son el camino más corto para la violencia. Lula, que viajará a Irán en mayo, subrayó en rueda de prensa que "Brasil mantiene su posición y entiende que es posible hallar otra vía" para gestionar la cuestión iraní. Le respondió Hillary más tarde: "El tiempo para la acción internacional ha llegado. Sólo cuando hayamos aprobado nuevas sanciones en el Consejo de Seguridad, Irán negociará de buena fe". Pero Brasil coincide con China, cuyo No es todavía más fuerte por disponer del veto en el Consejo de Seguridad.

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