Si, como dicen, el principal objetivo de la visita oficial de la secretaria de Estado de EE UU hizo este miércoles a Brasil era persuadir a Lula para que apoye una nueva ronda de sanciones a Irán por su ambiguo programa nuclear, el resultado fue un fracaso. Lula se lo anticipó: "sería imprudente arrinconar a Irán", dijo. Y el No de Brasil importa tanto más cuanto que tiene ahora un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Las sanciones económicas –argumenta Lula- servirían sólo para empobrecer la vida del pueblo iraní. Son el camino más corto para la violencia. Lula, que irá a Irán en mayo, subrayó en rueda de prensa que "Brasil mantiene su posición y entiende que es posible hallar otra vía" para gestionar la cuestión iraní. Le respondió Hillary más tarde: "El tiempo para la acción internacional ha llegado. Sólo cuando hayamos aprobado nuevas sanciones en el Consejo de Seguridad, Irán negociará de buena fe".
Brasil coincide con China, cuyo No es todavía más fuerte por poder usar el veto en el Consejo de Seguridad. Pero al mismo tiempo, para descrédito de Lula, apoyar a Irán es fortalecer a un régimen fuertemente cuestionado por los demócratas iraníes y muy apoyado por Chávez. EEUU cuenta en cambio con la UE.
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