De la reconstrucción a la reinvención
Pablo Allard
Mar. 07 , 2010
Publicado en La Tercera, 7 de marzo de 2010
Dolor,  incertidumbre e impotencia. Todo ello debe quedar atrás para  movilizarnos con fuerza y determinación de la emergencia a la  reconstrucción. ¿Cómo hacerlo en medio de la confusión, falta de  información y cambio de autoridades? ¿Cómo actuar antes que nos pille el  invierno sin comprometer el largo plazo? Son algunas de las preguntas  que tendremos de dilucidar en estos días.
Lo primero que debemos  entender es la magnitud de la destrucción y sus consecuencias. En esta  información será clave ponerles números a las pérdidas, y también  conocer la naturaleza y particularidades de los damnificados y las  posibles soluciones que se tendrán que implementar.
Una primera  particularidad de la catástrofe es que al parecer los damnificados serán  distintos a lo que tradicionalmente se espera de estas situaciones.  Según constataron las autoridades del Minvu, al parecer el grueso de las  viviendas sociales construidas en los últimos años no presentarían  mayores daños.
Esto cambiaría el foco de atención a otro tipo de  edificaciones: viviendas de larga data, en especial en cascos históricos  y áreas urbanas de ciudades y pueblos, antiguas casas de campo o villas  rurales, así como aquellas que recibieron la doble embestida del sismo y  tsunami.
Esto llevará a concentrar las soluciones en esos tres  frentes: en el caso de los cascos urbanos, hablamos de edificaciones de  carácter aislado o conjuntos que en muchos casos tenían cierto valor  patrimonial, o al menos eran parte de una imagen urbana consolidada. Son  propiedades que contaban con infraestructura de servicios y que por su  ubicación central tienen un valor de suelo más alto que otras. Este tipo  requerirá, en caso de reconstrucción parcial o total, la elaboración de  soluciones específicas con especial cuidado por la imagen urbana futura  de estas ciudades. El tiempo requerido para realizar de forma adecuada  esos proyectos y construcciones puede ir en contra de la urgencia, pero  las áreas urbanas tienen múltiples alternativas de arriendo o  alojamiento temporal para mitigar esa necesidad.
En cuanto a las  viviendas aisladas de áreas rurales, en caso de ser irrecuperables, la  opción será construir una nueva, lo que presenta oportunidades para  programas de edificación progresiva o la prefabricación en caso de  premura. Si el daño es parcial, los esfuerzos deberán ir de la mano de  la reparación, reforzamiento estructural y ampliación.
El caso  más complejo tal vez lo presentan las áreas costeras. Muchas de esas  localidades no sólo fueron arrasadas por la fuerza del agua, barro y  escombros. Además cambiaron para siempre su fisonomía. Hay terrenos en  que antes había una casa y hoy son lecho de río, la línea de la costa  avanzó o retrocedió varios metros y habrá que determinar dónde ubicar  las montañas de escombros que surgirán del despeje y demolición.
Esas  localidades requerirán un trabajo conjunto de soluciones de emergencia  temporales para las familias desplazadas (que no pueden volver a  reconstruir en zona de riesgo) y resolver a la brevedad la redefinición  de las áreas de riesgo, para volver a construir en dichas áreas mediante  obras de mitigación, sistemas de monitoreo y alerta temprana operativas  antes de la residencia definitiva.
Hablamos de escenarios  complejos, pero al menos en la mayoría de los casos, teniendo los  catastros y diagnósticos disponibles, podemos movernos rápido hacia la  reconstrucción. Esto diferencia esta catástrofe de otras como Chaitén,  donde la condición de desplazamiento se ha mantenido por cerca de dos  años, dado que el volcán continúa en erupción. El sismo, en cambio,  permite iniciar la reconstrucción de inmediato y en el mismo lugar donde  se produjo la destrucción. Eso implica que los afectados no deben  esperar el mismo trato que se tuvo con los chaiteninos, sino más bien  prepararse para una batería de herramientas que les permitirán ayudarlos  a reconstruir sus casas, y también su base económica y actividades  productivas.
En ese escenario, en lugar de concentrar los  esfuerzos en paliar la situación o buscar soluciones de emergencia a  corto plazo, la posibilidad de enfrentar el problema con sentido de  oportunidad a mediano plazo permite entender los cuantiosos recursos que  se utilizarán no como un costo, sino como inversión en el desarrollo de  parte de las regiones más sensibles, vulnerables y ricas en patrimonio  natural y cultural de Chile.
Este cambio de visión, donde se  privilegia la inversión versus el simple gasto, se podría materializar  en un desarrollo que priorice la eficiencia de recursos económicos y  naturales. Por otro lado, la pequeña escala de muchas de esas ciudades y  pueblos permite innovar en la manera de desarrollar viviendas y  ciudades más sustentables.
Este proceso sin precedentes puede  alinear cuatro temas estratégicos del Chile futuro que han quedado  debilitados desde el sismo: equidad territorial, desarrollo sostenible,  innovación e imagen país. En muchos casos "reconstrucción" deberá  entenderse como "reinvención", revisando la base productiva de esas  comunidades e incentivando actividades económicas nuevas que agreguen  valor a la economía de la región. De ser así, convertiremos esta  catástrofe en una gran oportunidad, honraremos la memoria de los que  perdimos y daremos el salto que tanto esperamos al desarrollo.
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